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Música y aprendizaje: cómo influye en la memoria y la concentración

Escuchar o practicar música no solo estimula la creatividad: también mejora la memoria, la concentración y la capacidad de resolver problemas. La neurociencia explica por qué la música es una aliada clave en los procesos de aprendizaje

Cada vez que escuchamos música, varias áreas del cerebro se activan al mismo tiempo: las que procesan el sonido, las que controlan el movimiento, las que regulan las emociones y, especialmente, las que intervienen en la memoria.
Estudios de neuroeducación muestran que quienes practican música desarrollan una mayor conectividad neuronal, lo que se traduce en mejor atención sostenida, pensamiento lógico y capacidad para recordar información.

Aprender con ritmo: beneficios comprobados

La música actúa como un gimnasio para el cerebro. Entre sus efectos más destacados:

  • Fortalece la memoria de trabajo, clave para el razonamiento y la comprensión lectora.

  • Mejora la concentración: escuchar melodías suaves o instrumentales ayuda a mantener el foco durante el estudio.

  • Estimula la plasticidad cerebral, es decir, la capacidad del cerebro para adaptarse y crear nuevas conexiones.

  • Reduce el estrés y la ansiedad, dos enemigos clásicos del aprendizaje.

Cuando el nivel de estrés baja, el cerebro aprende mejor. Así de simple.

Música en el aula: de fondo o como protagonista

Incorporar música en contextos educativos no significa convertir cada clase en un recital, sino usar el sonido con propósito:

  • Melodías calmas durante la lectura o la escritura.

  • Canciones con letras que refuercen contenidos (por ejemplo, para aprender idiomas o recordar fechas).

  • Ejercicios de ritmo y coordinación para mejorar la atención en los más chicos.

Algunas escuelas incluso experimentan con “pausas musicales”: breves momentos de escucha consciente para recuperar la energía y volver al trabajo con mayor foco.

Escuchar o tocar: dos caminos complementarios

Escuchar música activa regiones cerebrales relacionadas con la emoción y la memoria, pero tocar un instrumento va un paso más allá.
El entrenamiento musical involucra simultáneamente la vista, el oído y el movimiento, por lo que potencia las funciones ejecutivas, esas que permiten planificar, organizar y mantener la atención.
Incluso se comprobó que niños y adolescentes que practican música tienen mejor rendimiento en áreas como matemáticas y lenguaje.

Cuando el aprendizaje suena mejor

Lejos de ser un simple entretenimiento, la música puede convertirse en una herramienta pedagógica poderosa. Ayuda a concentrarse, a recordar y a disfrutar del proceso de aprender.
En tiempos donde las distracciones abundan, un poco de música puede ser justo lo que hace falta para afinar la mente.