La cifra que alarma (y por qué no es un dato aislado)
Los últimos relevamientos y análisis públicos muestran que apenas el 10% de los estudiantes argentinos completan la secundaria en el tiempo esperado y alcanzan los niveles básicos esperados en lengua y matemática. Esa combinación —llegar al título sin repetir ni abandonar, y además con aprendizajes satisfactorios— es la que explica la cifra preocupante que volvió a aparecer en los informes públicos este año.
El tamaño real del problema
Si miramos con más amplitud, el problema no es sólo de cohortes recientes: millones de adultos en Argentina no concluyeron la secundaria. Esa falta de título y de saberes consolidados atraviesa trayectorias individuales y limita opciones laborales y de movilidad social en el mediano plazo.
¿Por qué ocurre? Lo que muestran las trayectorias escolares
No hay una sola causa. Las razones se combinan y refuerzan: repitencias tempranas que generan sobreedad, trayectorias fragmentadas (saltos entre escuelas o modalidades), condiciones de pobreza y trabajo juvenil que empujan a abandonar, escasa articulación entre la escuela secundaria y salidas laborales o de formación técnica, y déficits en aprendizajes clave que desencadenan desmotivación. Estas dinámicas se retroalimentan: repetir una vez aumenta la probabilidad de repetir de nuevo o de abandonar, y la sobreedad reduce la sensación de pertenencia escolar. (Explicación basada en análisis de trayectorias y reportes educativos recientes.)
Qué dicen las evaluaciones sobre los aprendizajes
Las evaluaciones nacionales (Aprender 2024 y sus análisis) muestran que el nivel secundario sigue con brechas importantes en lengua y matemática: una porción significativa de estudiantes se ubica por debajo de los niveles básicos, y eso explica por qué completar la escolaridad no siempre equivale a tener las competencias mínimas requeridas. Es decir: título sin aprendizaje no resuelve el problema.
Consecuencias concretas (para los chicos y para la sociedad)
En lo inmediato, chicos y chicas que no completan la secundaria tienen menos acceso a empleos formales, salarios más bajos y mayor probabilidad de empleo precario. A mediano plazo, esto se traduce en ciclos de baja productividad, menos inversión en capital humano y mayor desigualdad. Para las comunidades, la falta de terminalidad impacta en salud, participación cívica y calidad de vida.
Qué funciona — evidencias y experiencias que remontan la tendencia
Algunas políticas y prácticas muestran impacto cuando se implementan de manera sostenida y con recursos: sistemas de alerta temprana que identifican trayectorias en riesgo y permiten intervenciones puntuales; programas de acompañamiento y tutorías; flexibilización y reconocimiento de trayectorias (itinerarios alternativos, educación en horario extendido, cursos intensivos de terminalidad); y la articulación real con formación profesional y empleadores para hacer la escuela más relevante. En el país hay iniciativas piloto y ensayos que apuntan justo a estas estrategias.
Lo que pueden (y deben) hacer las escuelas y las políticas públicas ahora mismo
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Implementar y escalar sistemas de alerta temprana y tutorías focalizadas para estudiantes en riesgo.
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Priorizar recuperaciones intensivas de lengua y matemática en los primeros años de secundaria.
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Vincular más y mejor la secundaria con formación técnica y salidas laborales reales.
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Diseñar trayectorias flexibles y reducir la sobreedad sistemática (menos repeticiones automáticas, más apoyos).
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Financiar y formar docentes para trabajo con heterogeneidad y para estrategias de recuperación de aprendizajes.
Todo esto requiere voluntad política sostenida y recursos; no son soluciones rápidas, pero sí son medidas con evidencia de resultado cuando se sostienen en el tiempo.
La foto es dura: muchos chicos no terminan la secundaria, y entre los que sí lo hacen una parte no alcanza los aprendizajes clave. Pero no es una condena. Existen herramientas y políticas que reducen el abandono y mejoran aprendizajes —las decisiones son políticas y administrativas, no milagros. Si se enfocan recursos en detección temprana, recuperación de saberes y en hacer la escuela más útil para la vida y el trabajo, las trayectorias cambian. Es urgente, sí; pero también posible.