Los últimos resultados de las pruebas de aprendizajes nacionales en primaria fueron contundentes, según Unicef Argentina.
Se incrementó el porcentaje de chicos y chicas que no alcanzan los mínimos logros en aprendizajes troncales esperados para poder comprender un texto y resolver problemas matemáticos.
En Lengua este porcentaje se incrementó más de 19 puntos respecto a la medición anterior.
Este escenario es crítico, pero más aún, la enorme brecha que hay entre los aprendizajes de los chicos de sectores vulnerables y aquellos de sectores altos: mientras que 7 de cada 10 estudiantes del nivel socioeconómico bajo tiene desempeños no satisfactorios en lengua, 2 de cada 10 se encuentra en esta situación entre los estudiantes de sectores socioeconómicos altos.
Datos relevados antes y durante la pandemia señalan las grandes barreras que operan en el acceso a los aprendizajes: factores sociales y económicos vinculados a la disponibilidad de recursos materiales, tecnologías y acompañamiento familiar impactados por la disminución de ingresos en los hogares, y también factores escolares: capacidades y recursos en las escuelas y entre los equipos de conducción y docentes para enseñar y acompañar las trayectorias educativas y la interrupción de las clases presenciales.
Mucho se puede hacer desde el sector para reducir estas brechas. Fortalecer al sistema educativo y a las escuelas y sus equipos es un factor clave para mitigar las desigualdades sociales y económicas.
La primera infancia
Los datos de prepandemia muestran que, desde la primera infancia, la asistencia a un servicio de educación o cuidado es un factor diferencial para asegurar el desarrollo integral de niños y niñas; y entre los adolescentes, contrario a los que muchos piensen, se identifica también que son los factores escolares (modelos de enseñanza y evaluación, sus regulaciones, extensión de la jornada, contenidos y recursos) aquellos que tienen más peso en la interrupción de sus trayectorias educativas, más que los factores sociales o económicos (UNICEF-MICS, 2022).
Por su lado, las encuestas nacionales mostraron que la mitad de las y los docentes no tenía las herramientas y saberes para trabajar en modelos híbridos y, muchos de ellos, falta de acceso a la conectividad o equipamiento tecnológico, al igual que la mitad de los hogares que no cuenta con una computadora en su hogar (ME-UNICEF, 2020, UNICEF, 2021).
La interrupción de la presencialidad reciente impactó fuertemente también en la situación emocional de los chicos y chicas, un tema que debe ser parte de la agenda presente y futura.
Hoy, con niveles de pobreza infantil alarmantes que alcanzan a millones de niños y niñas, el sector educativo debe acelerar la transformación de sus procesos.
Las claves para hacerlo
Colocar a la recuperación educativa en lo más alto de la agenda pública; buscar activamente a los niños y niñas que están fuera de la escuela; recuperar los aprendizajes troncales en lengua y matemáticas, apoyar su desarrollo integral y bienestar socioemocional; y valorar, apoyar y formar a las y los directivos y docentes.
Para que todo esto ocurra es fundamental proteger la inversión educativa necesaria y profundizar estrategias de transformación de la educación a gran escala basadas en un pacto social de mediano y largo plazo.
Hay una gran deuda con las infancias y adolescencias, y la educación debe ser la máxima prioridad entre las políticas de desarrollo hoy y en los próximos 10 años, para que ningún niño ni niña quede atrás.
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