El comienzo del ciclo lectivo no será solo la vuelta a las clases sino también a los colegios y escuelas que estarán transformados con reducción de aforos, y sistemas de enseñanza híbridos para evitar contagios.
Burbujas, reducción de participantes, sistemas híbridos que combinarán -y alternarán- presencia física y virtual, nuevos recreos, distancia social, higiene personal e institucional.
Con estas y otras medidas preventivas, el sistema educativo argentino afronta, uno de sus más grandes desafíos: la vuelta a clases de 11,5 millones de chicos, chicas y adolescentes tras un año de ausencia obligada por la irrupción de la pandemia.
«El de este año no será una mera vuelta a clases; será un regreso a la escuela, ese espacio físico que resignificó su valor en tanto institución que reduce brechas y desigualdades sociales» según dice Claudio Campanari.
«La escuela, en articulación con otras instituciones del Estado, debe además intentar recuperar a los alumnos que, ya sea por razones sanitarias y/o socioeconómicas, no pudieron tomar contacto con su docente en la virtualidad, aún con los recursos volcados por la administración nacional y las jurisdicciones».
Un relevamiento nacional realizado el año pasado por el Ministerio de Educación da cuenta que poco más de un millón de estudiantes, tuvieron en el 2020 un contacto nulo o de tres veces por mes con su maestra y, en consecuencia, con los conocimientos que le impartía.
Incluso enmarcado en un modelo híbrido de presencialidad y virtualidad, el inminente ciclo lectivo 2021 propicia un reencuentro que servirá para que chicos, padres y docentes comiencen -o retomen- el trayecto de intercambio de saberes y experiencias en un espacio físico en el que los estudiantes construyen futuro y ponen en juego sus alegrías y sus frustraciones.
Con todo, uno de los principales e inmediatos desafíos será evaluar in situ el impacto de las ausencias.
«Cada comunidad escolar, en una tarea sinérgica que involucrará a padres, docentes y directivos, deberán trabajar para recuperar la formación educativa de aquel millón de alumnos, apoyados por un Estado que, con ese propósito, lanzó el Programa Acompañar-Puentes de Igualdad».
Preguntas que surgen, el año dirá
¿Qué experiencias dejó la educación en modo remoto?
¿Cuáles son los nuevos vínculos interpersonales y comunitarios que emergen en una época en clave pandemia?
¿Cómo talla y cómo se inscribe la escuela en ellos?
¿Cuáles son las problemáticas educativas que se vieron profundizadas? ¿Cuáles, las nuevas?
¿Qué papel tienen y qué papel deberían tener las tecnologías de comunicación e información?
¿Qué realiza el Estado para promover el desarrollo y los derechos esenciales de los estudiantes, sobre todo de aquellos que quedaron del otro lado de la brecha?
¿Qué logra avizorarse hoy de lo que será la escuela pospandemia? ¿Qué reconfiguraciones sociales propiciará?
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