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Los desafíos en materia educativa a partir de la pandemia

Guillermo Ramón Ruiz es doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Buenos Aires, se desempeña como docente e investigador y se expresó sobre los desafíos relacionados a las formas de habitar el universo educativo en un contexto de crisis mundial.

La pandemia creó la mayor interrupción de la escolarización en la historia, afectó en el punto máximo -hacia abril de 2020- a 1600 millones de estudiantes, en más de 190 países, lo cual representa el 95% de la población estudiantil del mundo, que en los países más pobres alcanzó al 99%.

«Si bien la escolarización continuó de forma remota, se evidenciaron mayores heterogeneidades a las ya existentes. Algunas instituciones educativas ya trabajaban con plataformas complementarias a la presencialidad, no sólo en contenidos educativos sino también para la comunicación con las familias, mientras que otras nunca dispusieron de estos recursos» afirma Guillermo Ramón Ruiz.

En el medio, se evidencian múltiples matices. Según Unesco en el año 2018 había en el mundo un total de 258 millones de estudiantes fuera de las escuelas, y a ello hay que sumar 773 millones de personas adultas analfabetas.

«Las consecuencias de la pandemia se extenderán más allá de esta generación de estudiantes, por eso algunos organismos internacionales hablan de catástrofe educativa en función de esta realidad y de las previsiones desalentadoras que se prevén».

¿Qué variables deberían priorizarse?

En estos meses de cierre de las instituciones escolares muchas personas no se conectaron, porque no tienen dispositivos, porque están solas o bien porque no saben cómo hacerlo» manifiesta el Doctor en Ciencias de la Educación.

Durante este tiempo según dice «existieron notorias diferencias sociales entre los sectores urbanos y rurales, entre las jurisdicciones, y ello afecta a docentes y estudiantes de modos múltiples» manifiesta.

Y sigue diciendo «todos estos factores dejarán secuelas que se verán con más crudeza cuando se vuelva a las clases presenciales; es más, cabría pensar en quiénes volverán primero, en qué condiciones de bioseguridad lo harán, y sobre todo: ¿qué aprendieron durante estos meses? Analizar estos problemas y diseñar acciones de intervención desde ahora son los principales desafíos para pensar la educación del futuro».

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