Una forma alternativa de educación que deja de lado muchos de los métodos más convencionales de evaluación a pesar de que no se trata de un invento novedoso.
En este tipo de enseñanza son las artes y el desarrollo del niño o niña como individuo único lo que tiene peso, por encima de la evaluación a través de los exámenes o los deberes.
Fue en 1919 cuando el filósofo y educador Rudolf Steiner visitó la fábrica de cigarrillos alemana Waldorf. Tras una charla sobre la necesidad de cambios en la política y la cultura de la sociedad alemana, el encargado de dicha empresa propuso a Steiner la creación de una escuela para los hijos de los empleados en la que promoviera esos valores de libertad y preservación de lo cultural y social.
Fue la primera escuela Waldorf y pronto aparecerían más a lo largo y ancho de Alemania primero y de Europa después.
El éxito de este método de enseñanza, reside en la importancia de la figura educadora. Tanto familiares como docentes están en constante aprendizaje y evolución y su colaboración e implicación en todos los procesos educativos es fundamental.
A pesar de ser una pedagogía que no utiliza los exámenes como método de evaluación sino que cree en dar a los niños y niñas libertad para experimentar y descubrir qué quieren hacer en el futuro, y de no utilizar los libros de textos tradicionales (su elaboración está en manos de alumnos y alumnas), este tipo de educación está homologada y cumple con el currículum oficial.
Lo más importante según este tipo de educación es permitir, a lo largo de los primeros años de aprendizaje, el crecimiento emocional.
Aprender la libertad y el amor propio y hacia los demás y desarrollar el autoestima. Sólo así, según esta metodología, es posible despertar curiosidad e interés por el aprendizaje de nuevos conocimientos.