La docencia universitaria es una profesión que se encuentra atravesada por los desafíos que impone un contexto social en constante transformación, que exige la formación de profesionales competentes para desenvolverse en escenarios de particular indefinición y dinamismo. La educación universitaria en base a capacidades técnicas y dominios disciplinares determinados ya no resulta suficiente para formar un profesional que requiere desarrollar capacidades de autoaprendizaje y responsabilidad social para intervenir en los contextos descriptos.
Sin embargo, las aulas universitarias conservan aun una dinámica de trabajo centrada en la transmisión/apropiación de conocimientos consolidados, mediados didácticamente por estrategias que, en el mejor de los casos, favorecen el intercambio entre los estudiantes y con el profesor pero que poco contribuyen a la formación de profesionales autogestivos.
Promover la autoagencialidad del estudiante respecto de sus estrategias de aprendizaje, supone virar el eje del proceso formativo hacia la promoción de aprendizajes colaborativos y situados, donde el alumno se expone a la experiencia directa de producción de conocimiento.
La centralidad del estudiante en vistas a favorecer su capacidad de aprendizaje autónomo a lo largo de la vida. (aprender a aprender) implica favorecer condiciones educativas que contribuyan al desarrollo de habilidades cognitivas complejas tales como analizar, resolver, integrar, evaluar, argumentar, confrontar, innovar, entre otras.
En contraposición a los modelos educativos basados en la transmisión lineal de contenidos definidos fuera del aula, se proponen modelos interactivos donde el contenido se enriquece con los intercambios asociados a experiencias social y culturalmente relevantes. Se propone un rol docente mediador, guía, facilitador del proceso formativo que contribuya a la formación de alumnos comprometidos con sus aprendizajes, emprendedores y cooperativos.
La docencia universitaria exige un profundo proceso de profesionalización, no resultando suficiente la experiencia docente acumulada ni el relevamiento de buenas prácticas, para su consideración. Es necesario que los profesores universitarios adquieran una formación pedagógica sistemática que les permita apropiarse de los fundamentos, principios de orden y valores propios de la pedagogía y la didáctica.
Como cualquier otra profesión, la docencia universitaria es un ejercicio que supone dominio de conocimientos, intercambio de experiencias y apropiación de competencias específicas para la construcción del rol.
En la UAI, la Especialización en Docencia Universitaria es un espacio de permanente revisión de “prácticas en uso” y “prácticas enunciadas”. En efecto, las motivaciones de los estudiantes del posgrado por cursar esta Carrera suelen estar asociadas a su interés por mejorar las prácticas docentes que, al inicio, caracterizan desde un saber intuitivo. Conforme el estudiante construye un saber científico-profesional en torno a la docencia universitaria y se expone a experiencias vivenciales que ponen en tensión sus percepciones y prácticas usuales, la reflexión en y sobre la propia práctica docente cobra otra capacidad de análisis.
Las herramientas metodológicas y categorías conceptuales que adquieren los estudiantes de la Especialización en Docencia Universitaria los habilita a revisar sus propias prácticas desde una perspectiva compleja y crítica del ejercicio docente.
La docencia universitaria supone innovación, lo que implica transformar la práctica desde un abordaje autorreflexivo al mismo tiempo que conducido por los principios de orden y valores pedagógicos que orientan la mirada crítica y cooperativa sobre el desempeño del rol docente.
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