La consultora Manpower reveló mediante un reciente análisis que existe a nivel mundial una crisis de talentos, por la que las empresas de todo el mundo presentan dificultades para encontrar profesionales capacitados para los puestos que estas demandan. Es decir, en el mercado laboral actual, solo los mejores profesionales acceden a los mejores empleos.
Esta competitividad presente a nivel laboral tiene su origen en el ámbito educativo, donde los estudiantes incrementan cada vez más su nivel de competencia. Esta se manifiesta, por ejemplo, al momento de matricularse en una Universidad o cualificar para una beca, instancias académicas solo disponibles para quienes demuestren obtener las mejores calificaciones y el perfil más adecuado.
Visto de este modo, puede creerse que la competencia resulta positiva para los jóvenes. Y en cierto modo lo es, aunque también puede ser la causante de determinados problemas y sentimientos negativos.
Aspectos positivos de la competitividad entre estudiantes
La competencia por entrar en las mejores universidades y carreras es cada vez mayor. No en vano, son cada vez más los países que promueven eliminar las pruebas de acceso a la universidad como forma de democratizar el acceso a las mismas.
La simple idea de tener este objetivo en mente produce efectos positivos en los estudiantes, pues estos incrementan su nivel de esfuerzo para así mejorar sus calificaciones.
Al mismo tiempo, con el objetivo de destacar de sus compañeros, aumentan su formación. Cursos de formación continua, posgrados y todo tipo de instancias académicas permiten a los estudiantes verse favorecidos por el hecho de buscar destacar.
Aspectos negativos de la competitividad entre estudiantes
A pesar de los factores positivos antes mencionados, existen básicamente dos aspectos que convierten a la competitividad en negativa.
El primero de ellos surge como resultado del análisis de las pruebas PISA en 2015, en las que se evaluó el impacto de la competitividad estudiantil en el desarrollo académico. Estas demostraron que el 59% de los estudiantes manifestó un alto nivel de nervios y estrés ante la presión por obtener buenas calificaciones.
Es decir, a mayor nivel de competencia, mayor es la presión que se presenta en los jóvenes.
El segundo factor negativo que puede asociarse a la competitividad es la pérdida de solidaridad con el compañero que se genera en aquellos estudiantes que se preocupan únicamente por convertirse en los mejores de la clase. Este puede observarse prestando atención a lo que ocurre en las aulas de todo el mundo.
Dependiendo de dónde se coloque el foco, la competencia puede ser positiva o negativa. Definir si fomentarla o no dependerá de la forma en que cada docente crea conveniente para sus estudiantes.
Fuente: Universia Argentina
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