Hoy en el marco normativo de los derechos del niño, la ley nacional y provincial de niñez, no cabe duda alguna del protagonismo de la sociedad civil en propiciar actividades de promoción y establecer actitudes activas de defensa de la integridad de niños niñas y adolescentes. Traducido es dar luz a las oscuridades de las vulnerabilidades existentes, que son diversas y múltiples y que se despliegan en el ámbito psicológico y emocional.
Ya no puede pensarse en una intervención lineal y desde un área. La interdisciplinariedad, que no es la multiplicidad de áreas y enfoques, sino el actuar mancomunado y coordinado de miradas que integran el todo. Siempre el todo es el niño (en lo sucesivo el termino será abarcativo de adolescente). El todo es el niño en crecimiento que es espejo de la sociedad en que vivimos, y la cultura definirá la infancia de ese niño.
Es necesario reformular conceptos, y ver al niño vulnerable, y sin que necesariamente este expuesto a la vulnerabilidad para que lo sea. El niño es débil, por su conformación en formación, y por ser una lámina blanca en donde su entorno, su circunstancia, su cultura, escribirán en él.
Profundizar las fines institucionales, como agentes sociabilizadores, el profesionalismo docente de hacerse cargo, y la ética de los padres, que hoy se encuentran inmersos en la cultura que no propicia la excelencia de las responsabilidades para dignificar los derechos del niño.
Siempre al lado de un niño hay un adulto referente, hoy la nueva legislación del Código Civil, incorpora otros adultos referentes además de padre y madre, incorpora el padre y madre afín, incorpora tutores, guardadores, que amplía el concepto de “familia”. Entonces proporciona la búsqueda de otros referentes cuando están ausentes sus referentes directos a cargo de la responsabilidad parental.
Es importante, que trabajemos el concepto de la ética de los padres, que es la conciencia moral de saber lo que es bueno y bello para los chicos. Los derechos de los niños son necesidades para su integridad física y psíquica. La crianza es la música al derecho y la entonación es la ética. Cuando los adultos priorizamos hacer lugar a un derecho, no solo a ser alimentados, sino a darle la miel a ese alimento, es decir sentarnos en la mesa a ver, charlar y contemplar a nuestros hijos, estamos garantizando un derecho. Estamos alimentando nuestra ética, asegurando un derecho. Cuando nos interesamos por saber de sus gustos, de sus anhelos y los escuchamos estamos efectivizando el derecho a ser oídos, primeros por nuestros padres, esa es la verdadera escucha. La necesidad anticipa al derecho. Nuestra ética como referentes de los niños, ha crecido junto a nuestros niños.
En consecuencia entiendo que debemos limitar nuestras necesidades, priorizando las necesidades de nuestros niños, el adulto necesita tiempo libre sin dudas, necesita trabajar para poder sostener a su familia, necesita formarse si son profesionales, pero recordando a un Cicerón “ no se obtiene la felicidad si no se ponen límites a nuestros deseos y necesidades” Nuestra ética está en función de esa limitación, porque la prioridad son nuestros niños, cuando nos hacemos cargo de ellos como adultos, nos estamos haciendo cargo también de vivir en plenitud nuestra ética personal. En efectivizar derechos, está el interés superior del niño, que es el mejor interés en asegurar y proteger su vulnerabilidad. Esa vulnerabilidad es dirigible, porque es la fragilidad que cada niño tiene por ser ser en formación, y el desafío del adulto en protegerla y abrazarla. La medida de la fragilidad es inversamente proporcional a nuestra ética, que es estática y se dinamiza con nuestro actuar, protegiendo derechos.
Expresa Eva Giberti “el trabajo en niñez, exige practicas activas, esperanzadas y sabedoras de que la crisis de la racionalidad tradicional en la que la razón ha sido desubublimada, sustraída a su estado épico, exige la construcción de nuevas racionalidades, nuevos instrumentos intelectuales, y el reconocimiento de las nuevas necesidades de la humanidad”.
Es solo una cuestión de tiempos, es el tiempo que los referentes adultos del niño invierten en él, como es una cuestión de tiempos cuando el niño en guarda o en adopción, espera la re vinculación con su familia biológica, dado que son desbastadores los efectos del transcurso del tiempo en niños de corta edad, cuando esa re vinculación no llega. El deber de todos los padres, incluso en situaciones cotidianas es que ese tiempo llegue, completo íntegro y a “tiempo”. La ética se vincula con el reconocimiento de asegurar un derecho, y entendernos protagonistas de motorizarlo y hacerlo efectivo. Es el cumplimiento de los derechos contenidos en la Convención de los Derechos del niño, aprobada por la Ley 23849.
Carl Jung, principal discípulo de Freud, decía que el mejor regalo que les podemos hacer a nuestros hijos es un inconsciente propio que ha sido limpiado de sus propias heridas. Los invito a mirarse al espejo….
En niño en el espejo
Si me miro en el espejo
Me divierto mucho así
Pues el niño que allí veo
Se parece mucho a mí
Si yo rio, él se ríe
Si yo lloro, el también.
Si yo muevo pies y manos,
El también manos y pies
Emilia Hernández
Cecilia Sadoux | Abogada | Especialista en Derecho de Familia, Niñez y Adolescencia
Imagen: hejbarn.se
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