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Detrás de los textos: el oficio del corrector

Soledad Recagno, profesora en Letras de la UNR, explica cómo la vorágine de internet no deja tiempo para revisar lo que escribimos y sostiene que el oficio del corrector no es muy reconocido actualmente pero sigue siendo muy necesario

En tiempos donde los dispositivos corrigen lo que escribimos mientras escribimos (y hasta sugieren qué escribir), el oficio invisible del que observa, revisa y analiza los textos, sigue vigente y se hace cada vez más fuerte. Un rol poco valorado pero necesario, en una era visual donde lo que sobran son palabras.

La inmediatez de la publicación hizo mella en los medios de comunicación digitales, incluidas las redes sociales, donde encontramos todo tipo de incorrecciones ortográficas y léxico-semánticas. “Hay  una falsa creencia de que el Word corrige los errores y esto no es así: si escribo ´el árbol´ o ´él árbol´, para el programa es lo mismo y, sin embargo, la incorrección es evidente. Algunos creen que el rol del corrector es innecesario”, expresa Soledad Recagno, profesora en Letras de la Universidad Nacional de Rosario.

“No creo que el oficio se haya perdido. Sí creo que en algunos aspectos es un trabajo poco reconocido. La vorágine textual en la que vivimos a partir de la internet y las redes sociales hace que no se dé el tiempo suficiente a revisar y corregir lo que se va a publicar”, sostiene la especialista, quien además de trabajar como correctora dicta cursos de corrección de estilo.

La formación del corrector

Recagno explica que no existe la carrera de “corrector”, aunque sí pueden realizarse cursos o especializaciones: “Yo siempre digo que corrector se nace. El corrector es una persona fundamentalmente ordenada y perfeccionista. A partir de ahí se va formando: por un lado, tiene que manejar las competencias gramaticales y conocer la normativa de la lengua, y por otro lado, contar con competencias textuales (relacionadas con la organización del texto, conociendo las particularidades de cada uno de los géneros) y con competencias culturales que tienen que ver con la formación de cada profesional”.

Además la especialista resalta que cuanto más cultura general tenga el corrector, mejor podrá llevar adelante su trabajo. Además, para trabajar en el mercado editorial actual, es imprescindible que el corrector tenga conocimientos informáticos.

Un especialista del lenguaje

De centrarse en controlar la normativa y corregir las erratas (esta era la función del corrector en sus inicios y esa fue por mucho tiempo), actualmente quienes corrigen textos son especialistas del lenguaje que trabajan en distintos niveles.

“El corrector es una pieza fundamental en todos los ámbitos: periodístico, literario, publicitario, académico, científico. Como asesor lingüístico, el corrector agrega siempre un plus al texto con el que trabaja en tanto puede operar sobre los aspectos enunciativos, textuales y discursivos. Por ejemplo, el corrector que conoce de variedades lingüísticas puede decir si alguna expresión está bien usada y, en publicidad por ejemplo, si va a impactar o no en el perfil al que se busca llegar”, explica Recagno.

La enseñanza de la escritura

Consultada acerca de cómo se enseña a escribir a los niños en los ámbitos escolares, la especialista explica: “En primer lugar, considero que una de las maneras de aprender a escribir es escribiendo y en las escuelas los alumnos no escriben, o escriben poco. Los alumnos deberían escribir mucho en todas las materias y esto no ocurre. Los docentes no tienen demasiado tiempo para dedicar a corregir (y corregir concienzudamente) textos elaborados entonces es más fácil que los alumnos hagan multiple choice en las evaluaciones. Esto va en detrimento de la enseñanza-aprendizaje de la lectura y la escritura y de la escritura como posibilitadora del pensamiento”.

Recagno explica que, en general, se suele creer que enseñar a comprender y a producir textos sólo le compete al área de Lengua y desde esta concepción es imposible que se pueda ayudar a mejorar el desempeño de los chicos en este punto. “Los planes educativos en el área de Lengua y Literatura han dejado afuera la enseñanza de la gramática de la lengua por considerarla innecesaria. Esto ha sido un error enorme pues el desconocimiento de la gramática (cómo se estructuran las oraciones, para qué sirve un sujeto tácito, qué es una oración compleja y cómo se construye, etc.) impide que los alumnos puedan autocorregir sus textos y, en consecuencia, mejorar sus producciones”.

“El desconocimiento de la gramática de la lengua materna dificultad la comprensión de los textos. Comprensión y producción son dos caras de la misma moneda”, concluye la especialista.

¿Ortografía sí o no?

Quien armó un revuelo enorme respecto de la importancia de la ortografía, en el año 1997, en Zacatecas, fue Gabriel García Márquez, precisamente en el discurso inaugural del Primer Congreso de la Lengua Española. Muy provocadoramente habló de ´jubilar la ortografía surgieron críticas de distintos sectores de la sociedad, sobre todo, desde los lugares más conservadores.

“Quizás en su momento sonó desmedida la propuesta pero creo que no estaría mal llevar adelante, para los nuevos hablantes del español —las nuevas generaciones—, una simplificación ortográfica, unificando los signos gráficos con los sonidos. Para el corrector esta simplificación no perjudicaría su trabajo, ya que, como dije antes, su rol va mucho más allá de la detección de errores de ortografía”, finaliza Recagno.

Imagen: gananci.com

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