Subrayar un apunte con fibrones de colores es tal vez la técnica más utilizada por los estudiantes cuando preparan un examen. Resulta sencilla, práctica, rápida y efectiva. Pero se puede sacar aún más provecho de esta metodología si se siguen una serie de pasos.
Elección de colores. Lo recomendable es utilizar fibrones de colores muy distintos: uno para marcar las ideas principales y otro las secundarias. Si bien los fosforescentes son los más comunes, se aconseja evitarlos porque cansan más rápido a la vista.
Lectura completa del texto. Antes de empezar a marcar, se debe efectuar una lectura integral del texto. Esto permite captar rápidamente la idea general del mismo y los conceptos centrales de cada capítulo o apartado. Además, posibilita detectar párrafos que aisladamente puede parecer importantes pero una vez leído por completo el apunte resultan no tener mayor importancia.
El subrayado en sí. Tras la lectura integral, hay que hacer una párrafo por párrafo en donde sí se irán marcando las partes relevantes. Subrayar una oración implica aislarla y procesarla, lo que resulta muy importante para el aprendizaje. Por eso hay que evitar subrayar más de la cuenta porque de ese modo se termina perdiendo el “efecto aislamiento”.
Volver a leer el texto una vez subrayado. Pintarlo no significa que ya lo aprendiste. Por eso una vez subrayado el texto es recomendable volver a leerlo, ver si tiene coherencia o si es necesario aumentar lo subrayado, e incorporarlo en la memoria.
Anotaciones al margen. Escribir al lado una reflexión sobre lo subrayado o palabras clave sirve primero para interpretar lo aprendido y traducirlo a palabras propias. Y luego servirá para recordarlo más rápidamente a la hora del estudio o repaso.
Esquema o índice. Para terminar, y ya pensando en el estudio, se puede hacer un cuadrito con las ideas principales de cada párrafo y el lugar donde se encuentran ubicadas en el apunte. Permitirá encontrar todo de forma rápida y eficaz.
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