Qué pasa en las escuelas hoy, específicamente en el enseñar y en el aprender cotidianos, es un tema que preocupa o, al menos, debería hacerlo.
Las transformaciones en el sistema escolar, los cambios culturales y los contextos vulnerables llenan de preocupación al colectivo docente, sumado a las condiciones de trabajo de muchos de ellos, quienes tienes que trabajar varios turnos para cubrir sus expectativas de vida.
Por tanto, es necesario reflexionar acerca de los sentidos de la escuela actual en un mundo con conflictos intergeneracionales, con nuevos modelos familiares y distintos retos a abordar en una institución pensada en y para el siglo XIX, con el disciplinamiento y control como ejes de su funcionamiento; y, a la vez, con la mirada sobre una infancia homogénea que respondía a esa lógica. Los cambios en el contexto social y, por ende, los niños con los que nos encontramos a diario, nos insta a reflexionar en otros modos de estar en las escuelas.
Los chicos conviven con múltiples pantallas -TV, Internet, teléfono celular, entre otras-, lo cual determina nuevos modos de pensamiento. Y, para eso, la escuela debe estar adaptada y preparada para asumir. Por tanto, es necesario plantear nuevas estrategias metodológicas, pero también nuevas reglas de convivencia con límites claros. Enseñar y aprender en el aula va mucho más allá de transmitir contenidos; implica un compromiso del maestro para con alumno, en el cual se lo respete a éste como sujeto, se lo escuche y se le permita hablar de lo que le pasa.
Un niño “inquieto” no implica que sea hiperkinético ni con síndrome disatencional, quien está enfermo y haya que tranquilizarlo. Quizás sólo hace falta ser más flexible al interior del aula a fin de construir conocimientos con respeto, con diálogo y con acuerdos y negociaciones. Romper con estas ideas que han boicoteado a la escuela y que ha estigmatizado a muchos chicos, incluso hasta medicarlos, será necesario para visualizar sujetos diversos en el aula, con ideas diferentes e inteligencias múltiples.
Pero para que esto ocurra también se necesita el apoyo de los padres a la escuela y a los docentes, un sostén de coherencia entre lo que se dice en casa y lo que se dice en la escuela en pos de educar a un niño seguro y con límites claros.
Imagen: Archivo de imágenes.
Comentar