Las redes sociales son moneda corriente en la vida de nuestros hijos. Es común encontrar niños de diez años en facebook y twitter, por nombrar sólo las redes más masivas. No caben dudas las ventajas que les pueden aportar, en tanto se comunican con otros, comparten experiencias, fotos y encuentran nuevos amigos. Ahora bien, esto puede traer aparejado algunas desventajas, las cuales, sino prestamos atención, pueden ser síntomas que resulten peligrosos, tales como retraimiento, timidez o apatía, entre otros más graves.
En los adolescentes, el tema merece un apartado especial porque los jóvenes pasan muchas horas diarias frente a las pantallas y, a menudo, puede desdibujarse lo virtual de lo presencial. Ellos suelen decir que tienen miles de amigos, cuando, en realidad, son apenas contactos, de los cuales desconocen cómo viven, qué hacen; sin descartar que muchas veces son perfiles “truchos” y, por ende, desconocen la identidad. Pero lejos de asustar a los padres, especialmente a aquellos que no acceden a Internet, se trata de un llamado de atención sobre la seguridad de los más pequeños y de estar atentos a lo que realizan con y en las pantallas.
Cuando se indaga acerca de la seguridad de las redes, sorprende encontrar las estadísticas del año 2009 que indican que de catorce redes que hay en Europa, solo dos cumplen con los protocolos de seguridad, estas son: My Space y Bebo (Blog early, blog often); el resto carece de ese resguardo y rompen con el pacto de proteger a los menores de edad.
Qué hacer desde casa
Los padres son los responsables de supervisar qué hacen los chicos cuando miran televisión, cuando juegan con la Play Station o entran a sitios de Internet, más allá que estén al cuidado de otra persona. En concordancia con ello, dentro de las redes sociales, Facebook quizás la más usada por menores, especialmente en Argentina, cuenta con el apartado “privacidad” que permite indagar en algunas cuestiones que pueden ayudar a dar tranquilidad a los padres.
Si se investiga, se puede bloquear que cualquiera pueda ubicar a alguien usando la dirección de correo electrónico o el número de teléfono que indicó, así como desactivar que otros motores de búsqueda pueden mostrar el enlace de la biografía publicado. También se tiene la opción de cambiar quien ve las publicaciones, seleccionando un público diferente en cada caso. Estas, entre otras tantas opciones de ese apartado, ayudan a protegerlos. Enseñar a revisar la configuración de seguridad podría ser el primer paso para permitirles usar las redes sociales, al igual que pueden borrar un contacto o bloquearlo si hiciera falta.
Y así como se le enseña a andar con atención en la calle, también se puede hacer en Internet. Es necesario mostrarles que no conviene dar datos específicos, tales como números de teléfonos, de documentos ni de tarjetas de crédito, direcciones o escuela que cursan; estos son sólo algunos aspectos básicos de cuidado. Asimismo, los padres podrán hacerse un perfil y solicitar amistad a fin de estar más cerca para supervisar y guiar, aunque sin invadir.
Vigilar no es sinónimo de castigar. La vigilancia y el cuidado para con el otro significa presencia cotidiana y mirada afectiva. Confiar en la educación que se le dio desde los primeros días de vida es fundamental para no caer en el pánico ni la irracionalidad. Educar en la confianza y en la responsabilidad de cuidarse a sí mismos y de cuidarnos entre todos.
Por Carina Cabo - Doctoranda en Educación (UNR) Imagen: Archivo de imágenes
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