Quedó inaugurada en el Museo de la Memoria, El ojo de la aguja, una construcción de memoria en México, muestra compuesta por pañuelos blancos bordados en plazas de ese país donde figuran los nombres e historias de cada uno de los 50 mil muertos que ya se ha cobrado la violencia desatada por la guerra desplegada desde el Estado contra el narcotráfico.
En las plazas del Distrito Federal y en las de Oaxaca, Guadalajara, Comala, Morelos, Monterrey o Texcoco, miles de personas se sientan a coser nombres e historias que de otro modo quedarían en el olvido.
Como dice Francesca Gargallo en su libro Bordados de paz y memoria: “En un país donde la frase que se escucha con más frecuencia es ya no se puede salir de casa, bordar en un espacio público es revolucionario. Como la aguja que entra en la tela, la persona que se presenta a bordar penetra en el tejido social. Bordar se vuelve entonces un arma moral. Bordar es el opuesto que disparar, no provoca una descarga de adrenalina ni altos decibeles sino engendra la quietud necesaria para superar un duelo. Coser entre mujeres y hombres los nombres y las historias de las víctimas de la violencia que pasma, es romper el silencio que normaliza las órdenes inhumanas…”
Parte de esta colección de pañuelos bordados fue entregada al Museo para ser exhibida por el Colectivo Fuentes Rojas de México, organización que desarrolla en espacios públicos diversas acciones de carácter plástico para promover la cultura de la paz, la dignidad humana, la justicia y la solidaridad.
La muestra se puede visitar de martes a viernes de 10 a 18 h y los sábados, domingos y feriados de 16 a 19 h.
Imagen: Guillermo Turin
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