La exhibición “Andando Caminos” trata de un homenaje en el marco de esta exposición antológica, con alrededor de 30 pinturas entre óleos y acrílicos, donde a manera de una retrospectiva, la pintora nos habla de la condición humana a partir de dos ejes temáticos: los paisajes urbanos y las alegorías bíblicas de la tradición judía encarnadas en el cordero.
En estas estas arquitecturas vacías, lo humano es una fuerte presencia en su ausencia y de ese modo Basia interroga acerca de la condición del hombre.
Estos paisajes se suceden a lo largo de la producción de Kuperman y adquieren diferentes resoluciones formales, a través de una geometría simple marcada por planos de color, que en estos últimos años se acerca a Torres García, la artista nos susurra el silencio de los barrios, mientras imprime, a partir de lo cromático y el tratamiento de la imagen, una metafísica del silencio.
Si bien en los años 70 y 80 la figura pudo ser central en su obra, caracterizada por los trazos negros, el dibujo americanista que la acerca al grupo Espartaco, como la monocopia premiada en el Salón Manuel Belgrano de 1983, que con el título de “Imágenes argentinas” muestra una Madre de Plaza de Mayo enarbolando la foto de su hijo.
La pintora recurre más adelante al cordero, animal simbólico dentro de la historia del arte, que preanuncia el sacrificio del hijo de Dios. Desde esta perspectiva se sitúa para narrar una vieja historia, la del avasallamiento y del sometimiento del hombre por el hombre. Este uso simbólico del animal se emparenta también con su utilización en las culturas americanas, para describir los momentos de intolerancia social y hablar de la violencia.
Fuente: Telam
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