Un grupo de investigadores analiza el intercambio comunicacional entre bailarines y sujetos no formados en esta disciplina artística. A partir de la aplicación de nuevos métodos compositivos en la danza, los profesionales estudian los efectos de la integración de personas ajenas al mundo de la danza en el momento de la creación artística. La capacidad reflexiva de la danza para “abrir puertas” a otras esferas de la vida y su conexión con prácticas sociales cotidianas.
“Aproximaciones a los nuevos dispositivos coreográficos diseñados en interacción social” es el nombre del proyecto creado en 2009 en el departamento de Artes del Movimiento del IUNA. Dirigido por Miguel Ángel Baquedano e integrado por los docentes investigadores Susana Temperley, Susana Szperling y Valeria Martínez, el proyecto se propone analizar la forma en que a partir de un cambio en el lenguaje de la danza, producto de la incorporación de nuevos métodos compositivos, se produce un encuentro comunicativo entre bailarines y sujetos ajenos al mundo de la danza.
Estas modificaciones en el lenguaje de la danza suponen, por un lado, su expansión a nuevos rincones del campo social y, por otro, la incorporación a la disciplina artística de nuevos agentes, morfologías y movimientos. En ese sentido el proyecto buscó indagar de forma sistemática las modalidades de participación de personas no formadas en la danza y dar cuenta de la posible transformación social producto de esta incorporación, así como proveer a los coreógrafos de un corpus de información que pudiera inspirarlos en la creación de nuevas composiciones artísticas.
Lo novedoso de este trabajo reside en la idea de la danza contemporánea como un servicio, en tanto que cualquier persona puede juntarse con la coreógrafa para llevarse su danza a un lugar elegido. A su vez proponen a quienes acuden a tomar ese servicio la posibilidad de ser protagonistas en la construcción del hecho artístico.
Fuente: Infouniversidades.
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