La investigación del equipo de Alberto Kornblihtt abre puertas para que en el futuro se controle el crecimiento y la producción agrícola.
Se sabe que las hortalizas de mayor tamaño del planeta, crecen en Alaska, donde hay períodos de luz de 16 o 17 horas, y si bien Argentina no puede modificar su ubicación en el globo terráqueo, en un futuro, las hortalizas gigantes podrían darse más a menudo entre nuestros cultivos.
Los científicos enrolados en el Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIByNE), dependiente del Conicet y de la UBA, descubrieron el mecanismo que regula la respuesta de las plantas a la luz. La revista Science publicó y destacó esta investigación que abre una enorme puerta a la posibilidad de que el ser humano controle el crecimiento y la producción de sus cultivos.
“El trabajo es relevante no sólo a nivel de ciencia básica, en cuanto analiza un mecanismo molecular, sino porque estudia un proceso esencial para la supervivencia del planeta: la fotosíntesis. Para 2050 deberemos producir tanto alimento como en toda la historia de la humanidad; con los rindes actuales necesitaríamos una superficie equivalente a la de Brasil para alimentar a la población mundial. Muchos científicos podrían pensar que tal vez la fotosíntesis deba ser rediseñada; no llegamos a ese punto todavía, pero amerita ser estudiado en detalle”, agregó Lino Barañao, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (Mincyt), durante la presentación del estudio el miércoles 9 de abril.
El laboratorio que dirige Kornblihtt investiga el splicing alternativo, el mecanismo por el cual cada uno de los genes puede producir más de una proteína, lo cual aumenta la capacidad del genoma. “Tenemos 23 mil genes pero producimos más de cien mil proteínas. Siempre estudiamos este mecanismo en células animales, hasta que Ezequiel Petrillo, el primer autor de la investigación, me propuso estudiarlo en plantas”, señaló el biólogo.
Micaela Godoy Herz, becaria de doctorado en el laboratorio de Kornblihtt, también tuvo seis años de participación en dicho proyecto en el que los científicos determinaron que el cloroplasto –donde ocurre la fotosíntesis, un proceso por el que las células transforman sustancias inorgánicas en orgánicas a través de la luz– envía señales al núcleo de las células para que modifique o cambie la producción de proteínas (splicing alternativo).
“En el núcleo de la célula –explicó Kornblihtt– hay 27 mil genes, el 60% tiene splicing alternativo, puede producir dos o más variantes de proteínas. La proporción de esas variantes está regulada por la luz”.
Durante el estudio, los investigadores demostraron además que esa señal que enviada por el cloroplasto al núcleo de las células, puede viajar desde las hojas hasta los tejidos de la planta no fotosintéticos –es decir, las raíces–, gatillando cambios similares en la producción de proteínas por parte de los genes que están en los núcleos de sus células.
Imagen: veganomical.com
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