Hace dos siglos, un pueblo celebró una gran victoria. Al frente del Ejército del Norte, el general Manuel Belgrano derrotó al invasor español, comandado por Pío Tristán. Este primer triunfo argentino en el norte del país, tuvo una importancia vital para consolidar la Revolución de Mayo y abrir el camino hacia la futura independencia que llegó apenas cuatro años después.
La victoria del 24 de septiembre de 1812 fue posible por varias razones. Una de ellas partió de la desobediencia al poder central que le había ordenado al creador de la Bandera retirarse desde Jujuy hasta Córdoba, si los españoles ocupaban Salta, como finalmente sucedió. Los tucumanos no estaban dispuestos a caer bajo el yugo español. El Cabildo se reunió y decidió enviar una comisión a Belgrano para persuadirlo de que se quedara. El grupo de vecinos estaba encabezado por Bernabé Aráoz. Cuando Belgrano les dijo la cantidad del dinero y de hombres que necesitaba, le aseguraron que aportarían el doble. Belgrano escribió a Buenos Aires: «La gente de esta jurisdicción ha decidido sacrificarse con nosotros» y decidió entonces dar batalla.
Aquel 24 de septiembre, los tucumanos fueron capaces de unirse por una causa común, cuando vieron que su vida y sus pertenencias peligraban, y se encolumnaron detrás de Belgrano. El sueño colectivo le ganó al individual, de allí la grandeza de este triunfo.
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